Despertando a la Filosofía

¿Somos moralmente responsables? Sobre la culpa, la libertad y la compasión

Episodio:

6

En este episodio, Erick explora la culpa y la responsabilidad moral desde la perspectiva de la filosofía, la psicología y la espiritualidad. Analiza por qué juzgamos a los demás, cómo funcionan la teoría de la atribución social y el error de atribución causal, y cómo estos factores influyen en nuestras percepciones y relaciones. También aborda el impacto de la libertad en la responsabilidad moral y las implicaciones del karma en el comportamiento humano. Finalmente, discute la importancia de la compasión y cómo esta puede mejorar nuestras interacciones con los demás y contribuir a resolver conflictos.

(00:00) Introducción a la Culpa y la Responsabilidad Moral

(02:08) La Psicología de la Atribución y el Error de Atribución Causal

(04:50) La Relación entre Libertad y Responsabilidad Moral

(09:34) El Karma y las Huellas Kármicas

(11:45) La Compasión como Solución Práctica

(18:53) Reflexiones Finales y Despedida

¿Tiene algún sentido culpar a otros por sus faltas morales? ¿Entender a alguien implica justificarlo? ¿Qué nos pueden decir la filosofía, la psicología y la espiritualidad con respecto a estas cuestiones? Quédate aquí para averiguarlo.

Hola a todos. En esta ocasión, estaremos hablando de la culpa y la responsabilidad moral. Este es un tema que me parece esencial para la manera en que nos relacionamos con otras personas. Constantemente estamos en situaciones donde juzgamos a alguien, culpamos a alguien por alguna acción que creemos que ha realizado, o nos responsabilizan y culpan a nosotros.

Todo esto parece algo de sentido común; es algo que todos dan por hecho. Pero, ¿qué podemos entender realmente sobre estas cuestiones? Si las examinamos desde un lente más profundo, como la psicología o la filosofía, esto es algo que vamos a estar explorando a lo largo del podcast.

Ahora bien, ¿por qué es tan importante para nosotros juzgar al otro? Bueno, después de todo, somos animales sociales, seres que comparten un espacio y tiempo específicos. Parece que, para convivir, debemos ser capaces de atribuir ciertas intenciones a los demás y pensar que, de hecho, los otros están en control de lo que hacen. Entonces, cuando nos encontramos con una persona, ya sea un amigo, familiar o pareja, no pensamos que lo que esté haciendo sea algo simplemente aleatorio. No nos concebimos como seres que no saben lo que están haciendo. Es natural pensar que hay un control detrás de la maquinaria, un control interno detrás de las acciones.

Esto tiene mucho que ver con la cognición social. De hecho, es muy interesante porque existe una teoría en psicología conocida como teoría de la atribución social. Básicamente, esta nos dice que para explicar el comportamiento de otras personas, atribuimos a sus conductas ciertas causas.

Ahora, ¿cómo lo hacemos? Aquí entra el error de atribución causal, que es muy interesante porque básicamente nos dice que cuando alguien comete algún error o equivocación, no lo juzgamos como un accidente, como por ejemplo, que esa persona esté enferma o se sienta mal, o que por un momento haya perdido la motivación. Más bien, cuando alguien comete algo que nos parece incorrecto, lo juzgamos en términos de características internas y estables de su personalidad o ser. Básicamente, lo que hacemos es encasillar a esa persona en una serie de etiquetas: esta persona es tonta, esta persona es floja, etc. Y, al hacerlo, no alcanzamos a ver todos los factores que la rodean.

Curiosamente, ¿qué hacemos con nosotros mismos? Las personas normalmente tenemos una evaluación invertida. Cuando hacemos algo mal, tendemos a adjudicarlo a causas externas: tuve mala suerte, o si tropezamos, decimos que el suelo estaba irregular, no porque seamos torpes. Mientras que, si alguien más se cae, tal vez digamos que es torpe. Esto es curioso y tiene que ver con cómo funciona nuestra psicología y cómo tendemos a etiquetar a los demás.

Curiosamente, en las personas depresivas, esto ocurre al revés. Se ha visto que cuando ellas cometen una equivocación o hacen algo malo, tienden a culparse excesivamente, creyendo que lo hicieron porque hay algo fundamentalmente malo en su ser, mientras que muchas veces disculpan a los demás por lo que hacen. Hay un sesgo en ambos casos, solo que el primero, que tienen la mayoría de las personas no deprimidas, sirve para proteger la autoestima.

Este tema se relaciona con otro que toqué en el podcast pasado: la libertad. Pensamos que las personas son libres de hacer lo que hacen, creemos que están en control de sus acciones. Por lo tanto, tendemos a responsabilizarlas. Pero, como vimos en el podcast anterior, esto es algo que se ha discutido mucho. Muchos filósofos y científicos consideran que en realidad es ilegítimo hacer ese tipo de juicios; pueden tener sentido emocional, pero quizás no tanta razón de ser. Si somos seres naturales como los demás animales y especies vivientes, estamos sometidos a leyes naturales físicas, químicas, biológicas. No tendría mucho sentido decir que actuamos con una suerte de auto-creación, sino que estaríamos condicionados por estas causas naturales y también por causas culturales.

La idea de libertad es fundamental para entender la responsabilidad moral. Como se ha visto en muchas discusiones históricas, no culpamos a un huracán por destruir un hogar ni a un tsunami por quitar la vida a alguien. Ni siquiera culpamos a los animales, como un perro rabioso por mordernos, porque creemos que obedece a sus instintos. No era consciente ni racional. Esta es una evaluación totalmente diferente a la que hacemos con los seres humanos. Cuando alguien nos lastima, decimos que es consciente y responsable porque podría haber hecho algo distinto, como hablar en lugar de usar la violencia.

Pero, ¿y si esto es una ilusión? Como mencioné en el podcast anterior, puede que no haya un "yo" dentro de nuestras cabezas que decida y controle las conductas, sino que todo ocurra espontáneamente, con reacciones físicas y químicas y pensamientos que creemos o no creemos, con preferencias que tenemos o no tenemos. No somos libres para querer lo que queremos, para amar o no amar, para creer o no creer en una idea. No somos libres en muchas cosas que parecen depender de nosotros pero que en realidad tienen raíces biológicas y culturales, como traumas de la infancia o impactos emocionales.

De nuevo, libertad y responsabilidad moral van de la mano. Esto ha sido explorado no solo por la psicología moderna, sino también por sistemas filosóficos y cosmológicos, como el hinduismo. Seguramente han escuchado sobre el karma, que tiene que ver con las acciones y cómo estas dejan huellas kármicas. Los budistas dicen que cuando cometemos una acción, esto crea un antecedente y determina otras condiciones. Es algo sencillo, explorado también de manera secular por la psicología contemporánea.

Por ejemplo, si en nuestra infancia vivimos situaciones difíciles, como peleas violentas entre nuestros padres, podríamos repetir esos patrones en la adultez, reaccionando violentamente ante situaciones similares. Esto es causa y efecto, dejando huellas kármicas que influyen en nuestras decisiones futuras.

¿Cómo arreglar esto? Un consejo es cultivar la compasión, entendiendo que otros están condicionados y actúan de la manera en que pueden según su estado de conciencia. Si pudieran actuar de otro modo, lo harían. Esto está ligado a la idea de que el mal se origina en la ignorancia.

Demostrar compasión puede ser criticado. A menudo escuchamos que entender la difícil vida de alguien no justifica sus acciones malas. Es razonable decir que matar o violar está mal, pero hay una diferencia entre reconocer que algo está mal y decir que alguien es pecador y merece castigo. Juzgar de manera agresiva solo perpetúa un ciclo de violencia.

¿Cómo solucionarlo? Cultivar la compasión, meditar y entender las causas detrás de las acciones de los demás. Esto no es solo ético, sino también práctico. He visto en mi vida que entender las acciones de los demás crea un puente de comunicación, ayuda en relaciones y evita reaccionar de manera destructiva.

En resumen, entender a los demás y a nosotros mismos, reconocer nuestras interconexiones y trabajar hacia una mayor compasión y comprensión puede resolver muchos conflictos. Esto se refleja en enfoques de rehabilitación en prisiones, que buscan trabajar con las emociones y ofrecer rehabilitación en lugar de castigo.

Esto ha sido todo por este episodio. Me alegra que se hayan quedado hasta el final y espero que les haya hecho reflexionar, pensar y sentir. Nos vemos en el próximo episodio. ¡Un gran abrazo!