En el segundo episodio de "Filosofía para Vivir", exploramos el concepto de la autenticidad y su importancia en nuestras vidas. Nos sumergimos en cómo la cultura y la sociedad nos condicionan a seguir ciertos guiones, lo que puede generar bloqueos mentales y corporales. Discutimos el consejo común de "sé tú mismo" y analizamos qué significa realmente ser auténtico en un mundo en constante cambio.
Desde la perspectiva de Heráclito y Heidegger, hasta las enseñanzas de Spinoza, examinamos cómo la autenticidad no se trata solo de etiquetas y adjetivos, sino de experiencias y conexiones genuinas con nuestro entorno. También abordamos cómo prácticas como la meditación, las experiencias místicas y el uso de psicodélicos pueden ayudarnos a disolver la dualidad entre sujeto y objeto, permitiéndonos vivir de manera más auténtica.
Acompáñanos en este viaje filosófico y espiritual para descubrir cómo podemos ser más auténticos en nuestra vida cotidiana y qué significa realmente conectar con nuestro verdadero ser.
Hola a todos, les doy la bienvenida al segundo episodio de Filosofía para Vivir. En esta ocasión, me gustaría platicarles sobre un concepto que me parece muy interesante y fundamental en la vida de las personas: la autenticidad. ¿Por qué creo que es importante o relevante?
Nos encontramos en una situación cultural donde muchas veces nos da miedo expresarnos y sentirnos cómodos en nuestra propia piel. Nos han educado para seguir ciertos guiones o comportarnos de acuerdo con roles sociales específicos, ya sea en la escuela, el trabajo o reuniones sociales. Esto causa mucha inhibición y bloqueos mentales y corporales que nos hacen muy rígidos. Sabemos que la autenticidad es importante y está presente en los discursos contemporáneos, medios de comunicación, libros de autoayuda y entre nuestros familiares. Constantemente escuchamos "sé tú mismo" para encontrar pareja, el trabajo ideal, prosperar en la vida y ser feliz.
El problema es que esto puede ser bastante complicado. No tenemos claro qué significa ser uno mismo. ¿Cómo sabemos que hemos llegado a ser nosotros mismos? Nos encontramos pensando y tratando de hacer introspección y auto conocimiento, y nos damos cuenta de que es difícil. Además, nuestra identidad cambia con el tiempo. Lo que éramos de niños no es lo mismo que somos de adolescentes, adultos jóvenes o en la vejez. Si nuestro ser no es estable y cambia con el tiempo, ¿cuál es ese centro? ¿Quiénes somos?
Esto me recuerda a Heráclito, quien dijo: "En el fondo del alma, no encontrarás así de profundo su logos". El fondo del alma, de la conciencia, de nuestro ser, no lo encontrarás por más que lo busques. Entonces, ¿de qué se trata? ¿Cómo podemos acercarnos a este problema?
Quisiera alejarme de los consejos superficiales de los libros de autoayuda y examinar esta cuestión desde una perspectiva filosófica y espiritual. Una de las diferencias más importantes es entre el yo y el ser. El yo o ego consiste en un conjunto de palabras y etiquetas que nos decimos a nosotros mismos, como ser inteligentes, feos, simpáticos, etc. La autoestima está ligada al ego y al auto concepto. Si el auto concepto está alineado con lo que valoramos, decimos que es ego sintónico. Si no lo está, es ego distónico y se siente muy mal, como si estuviéramos incompletos.
El problema es que este auto concepto proviene de creencias culturales y herencias de nuestros padres, maestros y medios de comunicación, y muchas veces no lo hemos elegido. Heidegger, un filósofo alemán, decía que llegamos a un mundo ya interpretado, con una pre comprensión. Nos encontramos en un mundo con una ideología y visión del mundo que no cuestionamos y esto hace que no vivamos auténticamente, sino de manera automática y mecánica.
La diferencia entre el ser y el ego es que el ser tiene que ver con nuestro organismo biológico y los aspectos más sutiles de nuestra existencia. El ser no se piensa ni se conoce conceptualmente, sino que se muestra, se mueve y se expresa de manera natural y espontánea. Para conocer algo como el amor, debes haberlo vivido. Lo mismo con la soledad o cualquier otra cosa. La muerte es algo tan extraño y desconocido porque nunca la hemos experimentado.
Para ser auténticos, no basta con describirnos con adjetivos o etiquetas. Se trata de experimentar, jugar, explorar y ver cómo resonamos con lo que nos rodea. Espinosa, un filósofo, hablaba de cómo ser felices conectándonos con el mundo de manera que aumente nuestra potencia de ser y pensar. Esto se refleja en la autenticidad y la libertad. Cuando estamos en situaciones como haciendo el amor o enfrentando una situación límite, nos conectamos con lo que está pasando sin pretensiones ni máscaras.
Sin embargo, esta propuesta es radical porque muchas veces nos pensamos como seres aislados y nuestra autenticidad como algo separado del mundo. Pero la autenticidad del ser viene de nuestra relación con lo que hay. En experiencias místicas o prácticas de meditación, la dualidad entre sujeto y objeto se desvanece y logramos unificarnos con lo que hay, alcanzando una experiencia más real y auténtica.
Los invito a seguir acompañándome en este podcast para seguir explorando este y otros temas.