No-dualidad: Cuando el observador y lo observado son uno

¿Y si la división entre tú y el mundo fuera solo una ilusión?

4/3/25
·
10 min
·
Erick Güitrón
No-dualidad: Cuando el observador y lo observado son uno
Despertando a la Filosofía

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La idea de no-dualidad siempre me ha parecido a la vez seductora y desconcertante. ¿Cómo entender algo que, por su propia naturaleza, elude la lógica de los opuestos, o las categorías con las cuales solemos dar sentido al mundo? Pero quizá no sea necesario entenderlo de manera analítica. Tal vez se requiere más bien un giro en la manera en que experimentamos la realidad, como si el suelo bajo nuestros pies se diluyera y nos encontráramos flotando en un océano donde no hay "yo" ni "tú", sino solo movimiento.

Pensemos en cómo percibimos el entorno. La mente, tan hábil en dibujar fronteras, crea distinciones entre lo interno y lo externo, entre el observador (el famoso "yo") y lo observado. Y sin embargo, podemos darnos cuenta de cómo en momentos de profunda conexión —cuando escuchamos una pieza de música con el poder de disolvernos, o cuando miramos el horizonte hasta perder noción del tiempo— esas fronteras desaparecen. En esos instantes, no estamos "viendo" el mundo; somos el mundo sintiéndose a sí mismo.

La experiencia de unidad en las tradiciones espirituales

Las tradiciones espirituales han explorado esta intuición desde distintos ángulos. En el Advaita Vedanta —una corriente espiritual de la India— la idea central es que la separación entre sujeto y objeto es una ilusión; un producto de maya. Y en el budismo zen, se nos pide soltar incluso el deseo de comprender, o de nombrar, para simplemente estar presentes en la realidad tal como es, sin filtros ni etiquetas.

Por ese motivo, el maestro pisa la tierra o da un bastonazo cuando alguien le pregunta qué es la realidad. "¡Es eso, es esto!", nos quiere decir. "Siente el pasto entre tus manos o acaricia el tronco de un árbol... He ahí el insondable misterio del ser". Lo tocamos todos los días y nos damos cuenta de ello.

En otras palabras, estas prácticas no son ejercicios de abstracción; son puertas hacia una experiencia directa de la no-dualidad. Una invitación a deshacer la ilusión del yo como algo separado del resto del universo.

Y aquí es donde lo personal se vuelve inevitablemente político, y lo espiritual, profundamente cotidiano. Si verdaderamente no hay separación entre "nosotros" y "ellos", ¿qué implica esto para nuestras relaciones, o para nuestra forma de habitar el mundo? Tal vez signifique que el sufrimiento de otro no es algo que ocurre "allá afuera", sino una herida en el tejido mismo del que formamos parte. Tal vez sea un recordatorio de que el amor —ese amor que a menudo reducimos a emoción o deseo— es, en el fondo, la percepción de unidad, el reconocimiento de que no hay división entre quien ama y quien es amado.

La ciencia y la no dualidad

Pero no necesitamos recurrir exclusivamente a la espiritualidad para intuir esta unidad. La ciencia también nos ofrece pistas fascinantes. El entrelazamiento cuántico, por ejemplo, sugiere que dos partículas pueden permanecer conectadas de una manera que desafía nuestra comprensión del espacio y el tiempo. Es como si la separación fuera solo una apariencia, como si el universo mismo fuera una vasta red donde todo está intrínsecamente unido.

Ahora, si bien muchos científicos se han opuesto históricamente al vínculo entre la física cuántica y la espiritualidad —considerándolo como abuso o charlatanería—, otros pensadores han hallado una profunda conexión entre ambas. Un ejemplo fue David Bohm, uno de los físicos teóricos más renombrados del siglo XX.

Bohm veía el vínculo entre la física cuántica y la espiritualidad a través de su concepto del orden implicado, una realidad profunda en la que todo está interconectado y donde cada parte refleja la totalidad, como en un holograma. Según él, lo que experimentamos como realidad es el orden explicado, una manifestación superficial del universo subyacente.

Además, argumentaba que la mente y la materia no están separadas, sino que son expresiones de un mismo fundamento universal, cuestionando nuestra percepción fragmentada del mundo. En su concepto de holomovimiento, describió el universo como un flujo continuo y dinámico, donde superar la ilusión de separación puede transformar tanto nuestra comprensión científica como nuestra experiencia espiritual, así como nuestra consciencia. En sus palabras:

"La fragmentación es una ilusión; el universo es un todo indivisible".

Finalmente, también encontramos estas ideas en otras disciplinas como la psicología o las neurociencias, en donde la mente no se ve ya como una cosa encerrada en un cráneo, sino como un proceso corporeizado en interacción constante con el entorno. (Si a alguien le interesa este tema puede revisar los excelentes trabajos que se han hecho respecto a esto en la psicología ecológica o el enactivismo). No hay un "dentro" que percibe un "fuera"; hay un flujo, un circuito, una danza. Esto se alinea de manera intrigante con la experiencia psicodélica, donde muchas personas describen la sensación de disolverse en el cosmos o de perder el sentido del yo como algo separado.

El despertar espiritual nunca le pertenece al ego

Muchas veces pensamos en el despertar espiritual como una cuestión individual. Y no es así. Si entendemos bien el concepto de la ilusión del ego nos damos cuenta de cómo eso es imposible:

El yo es incapaz de despertar. ¿Qué se libera entonces? El mundo se libera y se despierta por sí mismo.

Es como si cada hoja, sombra y sonido adquiriera repentinamente una profundidad previamente imperceptible, o como si el tejido mismo de la realidad se iluminara desde dentro. Entonces nos damos cuenta de que nosotros mismos somos solamente vida o energía impersonal y vibrante.

Lo importante no es decir: "Yo oigo una melodía", sino simplemente "¡hay melodía!". No decir "yo siento amor en este lugar", sino "el espacio está lleno de amor". Así hemos de aprender a hablar, y, sobre todo, así hemos de aprender a sentir. Cuando nuestra identidad se pone en medio de la experiencia todos nuestros sentidos se empobrecen y la existencia se hace más plana... ¿Por qué? Porque el mundo no se abre a sí mismo en toda su unidad.

La metáfora del océano siempre me ha ayudado a comprender esta idea:

Imaginemos por un momento que somos una ola en el mar. Desde nuestra perspectiva, parecemos algo definido, con un inicio y un fin. Pero, ¿qué ocurre si miramos más allá de la forma de la ola y reconocemos nuestra unidad inseparable con el resto del océano?

¿Cuál sería otra forma de expresar esta idea? Todos somos manifestaciones de una misma sustancia. Solo cambia nuestra forma.

Esta es, quizás, la intuición más hermosa y desafiante de la no-dualidad: que lo que creemos ser no es más que una expresión pasajera de algo infinitamente más grande.

Conclusión

En última instancia, la no-dualidad no es un concepto que podamos capturar con palabras. Es una invitación a mirar el mundo de una manera diferente, a soltar la necesidad de dividir, de clasificar, de poseer. Como dijo Rumi, el gran místico sufí: "Más allá de las ideas de lo correcto y lo incorrecto, hay un campo. Te encontraré allí". Tal vez ese campo sea la no-dualidad misma: el lugar donde dejamos de ser "yo" y simplemente somos.

Preguntas Frecuentes

¿Qué significa realmente el despertar espiritual?

El despertar espiritual no se trata de alcanzar un estado extraordinario o convertirnos en algo superior. Más bien, implica darnos cuenta de que no estamos separados del mundo que nos rodea. Es el reconocimiento profundo de que somos parte de un todo interconectado. En este estado, la percepción del mundo cambia: los colores parecen más vivos, los sonidos más claros, y cada momento adquiere una intensidad que antes pasaba desapercibida. Es como si el universo mismo se "despertara".

¿Cómo se relaciona el despertar espiritual con la conciencia no dual?

La conciencia no dual es el núcleo del despertar espiritual. En lugar de percibir al mundo desde una perspectiva de separación (yo versus el otro), la conciencia no dual implica experimentar todo como una unidad. No hay distinción entre el observador y lo observado; el mundo no se percibe desde fuera, sino que se vive desde dentro. Este cambio de percepción trae consigo una sensación de paz y conexión profunda con todo lo que existe.

¿Puede la neurociencia explicar el despertar espiritual?

La neurociencia ha comenzado a explorar los correlatos cerebrales del despertar espiritual. Investigaciones recientes han identificado que prácticas como la meditación y la atención plena pueden disminuir la actividad en la red neuronal por defecto, asociada al sentido del yo. Esto puede dar lugar a estados de conciencia no dual, donde desaparece la sensación de separación entre el individuo y el mundo. Estos hallazgos abren nuevas puertas para entender cómo el cerebro participa en experiencias espirituales profundas.

¿Qué diferencia hay entre despertar espiritual y mindfulness?

El mindfulness es una práctica que cultiva la atención plena en el momento presente, mientras que el despertar espiritual es una transformación más profunda en la manera de percibir la realidad. Aunque el mindfulness puede ser un camino hacia el despertar, este último implica un reconocimiento más allá de la práctica: es la comprensión de que no hay un "yo" separado del mundo. En el despertar espiritual, la atención plena no solo se dirige al momento presente, sino que se expande hasta abarcar toda la existencia.

¿Qué papel juega el amor en el despertar espiritual?

El amor es una parte esencial del despertar espiritual, pero no un amor limitado por expectativas o deseos personales. Es un amor universal, un reconocimiento de la conexión profunda entre todos los seres. Al despertar, sentimos que el mundo entero se hace más intenso, más vivo, y esa intensidad se refleja en una compasión natural hacia los demás. El amor en este contexto no es algo que damos o recibimos, sino algo que simplemente es; un flujo constante que nos conecta con todo lo que existe.

Referencias

  1. Davidson, R. J., & Goleman, D. (2017). Altered traits: Science reveals how meditation changes your mind, brain, and body. New York, USA: Avery.
  2. Kabat-Zinn, J. (2005). Coming to our senses: Healing ourselves and the world through mindfulness. New York, USA: Hyperion.
  3. Lutz, A., Dunne, J. D., & Davidson, R. J. (2007). Meditation and the neuroscience of consciousness: An introduction. In P. D. Zelazo, M. Moscovitch, & E. Thompson (Eds.), The Cambridge Handbook of Consciousness (pp. 499–554). Cambridge, UK: Cambridge University Press.
  4. Varela, F. J., Thompson, E., & Rosch, E. (1991). The embodied mind: Cognitive science and human experience. Cambridge, USA: MIT Press.

Despertando a la Filosofía

Este artículo forma parte de un proyecto liderado por Erick Güitrón, dedicado a explorar y difundir conocimientos en el ámbito de la filosofía. Además de artículos como este, el proyecto incluye un podcast, ebooks y servicios de consultoría, todos diseñados para profundizar en temas filosóficos y aplicar estos conocimientos a la vida cotidiana.

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Sobre el/la autor(a)

Erick Güitrón se ha dedicado el estudio de temas espirituales, metafísicos y existenciales desde joven, interesándose por comprender el mundo desde una multiplicidad de perspectivas complementarias. Una de sus mayores pasiones consiste en ayudarle a otras personas a descubrirse a sí mismas a través del empleo de herramientas psicológicas, filosóficas y contemplativas. Cuenta con estudios de licenciatura y maestría en filosofía, así como con una licenciatura en psicología.

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