La depresión como camino de desarrollo espiritual

La depresión es una condición devastadora, y, sin embargo, también nos abre un camino para crecer como personas. Como diría el poeta Friedrich Hölderlin: "En donde está el peligro, crece también lo que salva".

28/5/2024
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12 min
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Erick Güitrón
La depresión como camino de desarrollo espiritual
Despertando a la Filosofía

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Algo salió mal, vuelve a intentarlo

La depresión suele presentarse médicamente como una enfermedad mental terriblemente dañina. Se le considera como una patología capaz de secuestrar repentinamente nuestra paz mental, y, con ella, cualquier forma de bienestar, llenándonos con sentimientos de vacío, apatía y desconexión emocional respecto al resto del mundo.

¿Y, sin embargo, qué nos dice un estado depresivo acerca de nuestra vida?

¿Se trata solamente de un enemigo inoportuno, con respecto al cual debemos de elevar un feroz grito de guerra, o también representa una oportunidad para entendernos mejor? ¿Es posible encontrar detrás de su nube de sufrimiento una oportunidad de renacer con una forma de existencia más auténtica y libre?

En este artículo consideraremos cómo este estado mental tiene el potencial de convertirse en un poderoso motor de crecimiento personal. Por ello abordaremos su conexión con distintas temáticas filosóficas y espirituales de mucha importancia para comprender mejor este difícil proceso interior.

¿Qué es la depresión?

La depresión suele definirse como un estado mental caracterizado por signos físicos, emocionales e intelectuales, de los cuales se llegan a desprender problemáticas en distintas áreas vitales. Aquí mencionaremos algunas características importantes:

Emocionales:

  1. Sentimientos de tristeza y desesperanza: Un sentimiento constante de tristeza y vacío interior es el signo más común de la depresión. Este suele ser acompañado por cierto embotamiento emocional, como si se sintiera una barrera invisible frente al entorno, y llega a verse reflejado en momentos de despersonalización y desrealización, de los cuales se desprende una ausencia de inmersión plena en el mundo.
  2. Ansiedad: La ansiedad tiende a ser una acompañante de esta condición, creando un círculo vicioso con los estados depresivos. Ciertos sentimientos de angustia también llegan a estar vinculados con temas existenciales como el miedo a la muerte, el sinsentido o la soledad.
  3. Pérdida de interés en actividades placenteras: A esto se le conoce como anhedonia, y se expresa en dimensiones sociales, físicas o intelectuales. Aparece como una disminución de nuestro entusiasmo interior al momento de realizar actividades vitalmente importantes.

Cognitivos:

  1. Pensamientos negativos: Es común experimentar pensamientos pesimistas con respecto al sí mismo o el universo en general, produciéndose fuertes sentimientos de culpa, remordimientoy desesperanza. La visión se colorea con tintes catastróficos y no logra hallar una escapatoria.
  2. Narrativas derrotistas: La mente se atrinchera en narrativas personales displacenteras, repasando hechos biográficos con dureza y amargura. De esta manera limita sus posibilidades creativas a interpretaciones limitadas de hechos pasados.

Físicos:

  1. Fatiga y pérdida de energía: En un estado de depresión suele manifestarse una sensación constante de cansancio, incluso después de haber reposado. Es como si el cuerpo mismo fuera succionado por un agujero negro, siendo arrastrado hacia abajo por una pesada carga gravitatoria.
  2. Problemas del sueño: Los problemas para dormir pueden presentarse como insomnio (dificultad para conciliar el sueño) o hipersomnia (dormir excesivamente).
  3. Problemas digestivos: Algunos problemas comunes del estómago son náuseas, diarrea, estreñimiento y dolor abdominal.

La depresión como transformación existencial

Comúnmente se ha procurado entender a la depresión tal y como lo acabamos de hacer, enlistando una serie de síntomas psicológicos y fisiológicos. Sin embargo, quizás esta comprensión sea muy superficial. ¿Por qué? Porque esta condición implica un giro en la forma de experimentar el campo total de nuestra existencia.Es un cambio en el espacio general de consciencia, y no solamente en sus contenidos particulares (ya sean emocionales o intelectuales).

Así, el filósofo de la psicología Mathew Rathcliffe menciona cómo la persona depresiva pasa a vivir, subjetivamente, en otro mundo. Por ese motivo le resulta tan difícil transmitir su experiencia: es como si todas sus vivencias tomaran un color totalmente distinto. Esta perturbación se refleja en su percepción del espacio, el tiempo, el cuerpo y el universo en general. Incluso su identidad misma se ve afectada en este proceso.

Es importante entender esto para darnos cuenta de cuán profundo es el cambio que se experimenta durante un episodio depresivo, obteniendo una comprensión más profunda del mismo. Ello resulta fundamental tanto para las personas que sufren depresión como para aquellas que mantienen relaciones con estas, permitiéndoles cosechar una mayor empatía con sus seres queridos.

Percepción alterada del tiempo:

La depresión es capaz de transformar de manera esencial nuestro contacto con el pasado, el presente y el futuro. Ello explica por qué bajo esta condición mental no se alcanza a percibir una esperanza posible. El mundo se cierra y ya no parece haber lugar para más posibilidades. ¿Conseguir un trabajo? ¿Encontrar el amor? ¿Hallar una forma alternativa de vivir? Todos esos caminos parecen clausurados. Solamente queda un eterno presente de miseria, en el cual no se muestra ninguna escapatoria. El pasado tampoco es capaz de ofrecer un refugio, pues no se alcanza a recordar claramente cómo era ser feliz. El tiempo se vuelve una prisión.

Por otro lado, cierto tipo de posibilidades negativas se vuelven muchas más pronunciadas. El futuro parece ofrecer solamente señales de amenaza existencial, como si estuviera a punto de destruir a la persona. Esta sensación de amenaza no solamente se presenta como posible o probable, sino como inevitable. Es de esta percepción de inevitabilidad de donde suelen surgir los sentimientos de angustia.

Uno de los relatos autobiográficos recogidos por Rathcliffe lo dice así:

“No tengo ninguna fe en nada. De manera confusa, veo que la depresión se manifiesta como una crisis de fe. No me refiero a una fe religiosa, sino al sentido casi innato de que las cosas son fluidas, de que se desarrollan y cambian. Que nuevos tipos de momentos son eventualmente posibles, y que el futuro llegará. Estoy en un lugar atrapado en el tiempo, donde el momento en el que estoy se extenderá agonizantemente, para siempre. No hay posibilidad de redención o esperanza. Es una rendición final de todo. Es la muerte.”

Cambios en la apertura al mundo:

En el estado depresivo no solo parece haber un cierre temporal (por una falta de posibilidades) sino también una clausura general del mundo. ¿A qué nos referimos con esto? Habitualmente podemos sentir cierto grado de conexión con el ambiente. Nos sentimos unidos con nuestra familia o amigos, o, incluso, con el entorno natural. Ello nos permite experimentar una mayor energía, así como un sentido profundo de amor, aportándole significado a la vida. Eso es estar abierto al mundo.

En la depresión es frecuente experimentar una pérdida de este vínculo, como si todo fuera distante y extraño. A tal experiencia se le conoce psicológicamente como disociación, e involucra un sentimiento existencial de inmenso vacío, sinsentido y aplanamiento emocional. Ello nos permite explicar por qué bajo este estado de consciencia se experimenta frecuentemente una profunda soledad.

Alteraciones en la experiencia corporal:

La manera en que nos relacionamos con otras personas, animales y objetos en general pasa siempre por el cuerpo. Por ejemplo, al ver un perro a la distancia podemos imaginarnos cómo se sentiría tocarlo, o verlo desde otra perspectiva. Si queremos comprobarlo solo necesitamos correr hasta ahí y hacerlo. Lo mismo ocurriría si nos diéramos cuenta de que un niño está a punto de ser atropellado: podríamos llegar hasta él y empujarlo fuera del camino. En todo momento el mundo parece ofrecernos posibilidades para actuar e intervenir en él, cambiando su rumbo. Eso nos da una sensación de libertad, permitiéndonos tener un efecto sobre el futuro.

En la depresión esta sensación de posibilidad corporal se pierde, o, al menos, se ve disminuida. La persona experimenta una sensación constante de impotencia, como si no pudiera realizar actividades sumamente simples. El cuerpo se paraliza y abandona su poder de acción. En otras palabras, el agotamiento característico de esta condición se refleja también en una desconexión con el propio cuerpo como medio de contacto con la realidad.

La depresión y el crecimiento espiritual

Ya hemos visto cómo la depresión está asociada con un giro fundamental de consciencia. Es como salir del mundo cotidiano, en donde todo se había desarrollado de manera normal, y entrar a otro totalmente extraño y desconocido. Ello hace de esta condición algo muy difícil de entender, modificando el espectro completo de pensamientos, emociones y percepciones del individuo. Sin embargo, esta perturbación también ofrece una posibilidad imprevista de transformación creativa, orillándonos a cuestionar nuestro modo de vida cotidiano.

A continuación, revisaremos algunas formas en la que ella nos puede ayudar en nuestro camino hacia el desarrollo de una vida más integral:

Autoconocimiento profundo:

Muchas veces vivimos nuestra vida sin entender realmente cuáles son nuestras pasiones más profundas. Nos dejamos dominar por ideas culturales y familiares de cómo debemos pensar, actuar o ser en esta vida, sin darnos cuenta de cómo esas ideas solo nos bloquean emocionalmente. ¿Cuántas personas administran su tiempo de acuerdo con un cierto estándar de éxito, o a partir de valores ajenos?

El filósofo alemán Martin Heidegger le llamaba a eso el poder del uno. Es como cuando se dice: “uno se viste así porque es lo que todos esperan”, o “uno habla así porque es lo correcto”. ¿Quién es el uno? No es ninguna persona en particular, como José o Pablo. Más bien es una ideología o código de pensamiento impersonal heredado socialmente.

Frecuentemente, el inicio de un episodio depresivo se origina con el derrumbe del uno. Repentinamente nos damos cuenta de cómo todas esas ideas no han sido elegidas por nosotros, o no resuenan realmente con nuestro ser más hondo y verdadero. No nos dicen nada. Esta pérdida de sentido tiene el potencial de llevarnos a sufrir una grave crisis existencial.

¿Qué hacer en esta situación? Tal vez valga la pena escuchar a esta crisis… ¿Qué nos dice esta voz angustiosa o depresiva? Mantener un oído atento frente a ese malestar nos ayuda a confrontarnos realmente con los aspectos reprimidos de nuestro ser.

Apreciación por la vida:

Apreciar la vida suele ser difícil. Normalmente nos encontramos en un estado continuo de apuración, sustituyendo un deseo por el otro. Es muy común escuchar cómo no apreciamos lo que tenemos sino hasta el momento de perderlo. Por ejemplo, no nos damos cuenta del enorme gozo de inhalar una bocanada de aire, o de estrechar en brazos a nuestra madre.

Bueno, ¿qué se pierde durante una depresión? Aparentemente todo. El pasado rehúye de sus momentos dulces, el presente se despoja de su plenitud y el futuro abandona sus promesas. El placer ya no es el mismo, ni nada sabe igual. Todo se vuelve gris, o pierde su saturación.

En el proceso de superar una depresión podemos estar conscientes de que también se nos está revelando el muro de nuestra indiferencia habitual. Tener esa consciencia puede ser muy difícil durante ese periodo, más está ahí, por debajo de todo el sufrimiento. Por encima de él se asoma una posibilidad de recuperarlo todo, y con aún mayor alegría y gratitud...

Empatía y compasión:

La compasión es algo muy importante, aunque solo nos damos cuenta de ello de manera profunda cuando pasamos por un momento difícil. ¿Cuántas veces buscamos hallar un refugio en las palabras de otro, solo para hallar duras críticas y juicios fríos? Tal vez nosotros hayamos hecho algo similar, sin siquiera darnos cuenta.

Entender a otro no es fácil, pues implica abrirse a su diferencia, admitiendo que en él existen experiencias de las cuales no tenemos ninguna idea, ni tampoco una experiencia directa. Ahora bien, mantener una conciencia de esta naturaleza es mucho más fácil cuando ya se ha experimentado en carne propia la soledad. El hecho de estar atrapado en una situación incomunicable, como lo es una depresión, facilita tender puentes hacia lo inexplicable. Significa estar presente con el dolor del otro, aún cuando no se le entienda por completo, gestando virtudes empáticas y compasivas…

Cultivo de la aceptación:

Aceptar las cosas buenas es muy sencillo. ¡Todos podemos tener una consciencia muy elevada cuando tenemos éxito, salud o dinero! Y, sin embargo, lo contrario pasa cuando nos ocurre algo malo, independientemente de si es algo grande o pequeño. En esos momentos apretamos los puños y somos desbordados por emociones negativas.

La depresión es capaz de forzarnos a aceptar aspectos de nuestra realidad tenazmente negados, o a abrirle la puerta a emociones enterradas detrás de una falsa fachada de optimismo y autosuficiencia. Más allá de toda su violencia está presente una oportunidad de evolucionar hacia otra forma de existencia más auténtica, haciendo espacio para sus aspectos dolorosos. En relación con esto te puede ayudar mucho llevar a cabo ejercicios de meditación o mindfulness.

Más allá de la depresión sonriente: en todo momento vale la pena pedir ayuda

Muchas personas ocultan su depresión porque temen ser juzgadas negativamente, o porque creen que sentirse así es un signo de debilidad, o de falta de carácter moral. No es así. En todo momento puedes buscar ayuda en amigos, familiares o servicios terapéuticos. Ello te ayudará a navegar tus experiencias, e, incluso, a desarrollar aspectos de tu propio ser.

Conclusiones

La depresión se caracteriza por una serie de síntomas emocionales, cognitivos y físicos negativos, por los cuales se ha considerado como un grave problema de salud mental. Por otro lado, también puede entenderse como una alteración fundamental en el modo de existir, conduciendo al individuo a una transformación esencial en su espacio de consciencia.

Si bien este giro existencial es altamente displacentero, y, en muchos casos, peligroso, también nos ofrece una ventana hacia nuestra propia alma, permitiéndonos desarrollar virtudes de autoconocimiento, compasión, aceptación y fortaleza interior. Para ello resulta de mucha ayuda tener una red social de confianza, así como apoyo terapéutico.

Referencias

Despertando a la Filosofía

Este artículo forma parte de un proyecto liderado por Erick Güitrón, dedicado a explorar y difundir conocimientos en el ámbito de la filosofía. Además de artículos como este, el proyecto incluye un podcast, ebooks y servicios de consultoría, todos diseñados para profundizar en temas filosóficos y aplicar estos conocimientos a la vida cotidiana.

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Sobre el/la autor(a)

Erick Güitrón se ha dedicado el estudio de temas espirituales, metafísicos y existenciales desde joven, interesándose por comprender el mundo desde una multiplicidad de perspectivas complementarias. Una de sus mayores pasiones consiste en ayudarle a otras personas a descubrirse a sí mismas a través del empleo de herramientas psicológicas, filosóficas y contemplativas. Cuenta con estudios de licenciatura y maestría en filosofía, así como con una licenciatura en psicología.

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