¿Qué pasa cuando intentas controlar tu mente durante la meditación? Habrás descubierto cómo solo te agotas.
En el Taoísmo, el Budismo, y, en general, en las escuelas orientales de Oriente, existe una paradoja fascinante: cuanto más intentas forzar el control, más te alejas del estado natural del ser.
Si alguna vez te has preguntado por qué meditar parece más una lucha que un descanso te invito a revisar este artículo.
La Paradoja del ego en la meditación: soltar para encontrar la paz
En la práctica meditativa nos acompaña una paradoja desde el principio: el esfuerzo por liberarnos del esfuerzo. ¿Cómo podemos comenzar con una voluntad férrea para sentarnos y meditar, y, al mismo tiempo, soltar ese mismo impulso para alcanzar un estado de no-esfuerzo o de fluidez? ¿Cómo se concilia esta contradicción?
En el zazen, o el acto sentarse a meditar sin expectativas ni metas aparentes, esta paradoja se hace evidente. La instrucción de simplemente ser parece contradictoria con respecto a la necesidad de alcanzar algún tipo de resultado. Un estudiante, abrumado por la quietud, podría pensar: “Debo esforzarme más”. Pero en el zen la respuesta no es hacer más, sino hacer menos. El esfuerzo está en no esforzarse.
¿Qué implica esto? La mayoría de nosotros nos acercamos a una práctica meditativa impulsados por una intención clara: "Voy a controlar mi mente", "Voy a ser más sereno", "Voy a dejar de sufrir". El ego —ese arquitecto incansable de nuestra identidad— está a cargo en estos primeros momentos. Pero lo curioso es que este mismo ego debe disolverse eventualmente para que nuestra meditación se profundice…
Nos tensamos tanto para no tensarnos que acabamos resintiendo todo ese estrés en nuestro cuerpo. ¡A veces la meditación puede ser muy agitadora, si no logramos entrar en el flujo mismo del momento!
La meditación debería meditarse a sí misma. Los maestros siempre no han dicho eso. Y, sin embargo, esa simplicidad llega a ser lo más difícil.
Sobre la necesidad de control al iniciar una práctica de meditación
Durante nuestros primeros pasos en una práctica de meditación resulta natural tener el objetivo egoico de lograr algún estado específico o de obtener cierto tipo de experiencias. Queremos ser mejores, alcanzar un estado de paz o cambiar hábitos indeseables.
No hay nada malo con eso.
Todavía recuerdo de una manera muy vivida una conferencia que dió en la UNAM el reconocido budista y filósofo del pensamiento oriental Elías Capriles. Repentinamente un muchacho en la audiencia le preguntó: ¿Cómo pudo el Buda liberarse de todo deseo si él deseaba liberarse? Elías respondió: “Bueno, evidentemente el Buda no estaba pujando para obtener su iluminación”. Todo el público se rió.
Así es. Ninguno de nosotros podemos pujar nuestro camino hacia una mayor consciencia. El motivo es que solo el ego puja. Y, sin embargo, el ego sí es capaz de ponernos en el camino de una disciplina que eventualmente nos irá llevando hacia aquello que buscamos.
No es que dejemos de tener voluntad, sino que la voluntad se transforma en algo que trasciende al yo.
El taoísmo y el arte de fluir con la vida
En el pensamiento Taoísta encontramos el mismo pensamiento fundamental que en el Budismo:
El Taoísmo nos invita a vivir de acuerdo con el Tao, el flujo natural de la vida que, como el agua, no tiene forma propia, mas es capaz de moldearse a cualquier circunstancia y fluir con ella.
Se trata del Wu Wei, o acción sin esfuerzo voluntario. ¿Cómo es posible actuar sin voluntad? Para el pensamiento taoísta el ego quiere dirigir, decidir, controlar. “Voy a hacer esto”, dice la mente, “Voy a lograr aquello”. Pero en la visión del Tao, el verdadero maestro solo busca estar en armonía con el curso del tiempo, sin tratar de controlar sus acontecimientos. Por ello dice Lao Tse en el Tao Te Ching:
"El sabio no hace nada, pero nada queda sin hacer."
¿Qué significa esto? Implica reconocer cómo el flujo del universo natural cuenta con una inmensa sabiduría, de la cual nos damos cuenta cuando nos conectamos realmente con ella.
Imagina a alguien nadando contra la corriente de un río. Sus músculos se tensan, sus brazos luchan por avanzar, y, sin embargo, no logra dominar a esa corriente implacable. Ahora imagina a ese nadador dejándose llevar por el río. En lugar de resistir, flota. La voluntad se transforma. Deja de ser una voluntad de control, convirtiéndose en un flujo inteligente y creativo.
Conclusiones
El no esfuerzo en la meditación no es un estado que se alcanza, sino uno que se revela cuando cesamos nuestra insistencia en controlar. Tanto en el zazen como en el taoísmo la enseñanza es clara: la verdadera paz no surge del control, sino del soltar, del confiar en el flujo natural de la mente y el cuerpo. El río de la vida sigue su curso, con o sin nuestra voluntad, y la sabiduría radica en aprender a fluir con él.
Entonces, ¿cómo podemos comenzar a soltar? Quizás la respuesta está en esta pregunta. Soltar no es una acción directa; es el resultado de observar con claridad y de ver cómo la voluntad del ego genera tensión y sufrimiento. Como el maestro Dogen dijo:
"Estudia el camino de Buda y olvídate de ti mismo."
La paradoja del esfuerzo, entonces, no es un obstáculo, sino una puerta hacia la libertad.
Preguntas Frecuentes
¿Por qué intentar controlar el ego en la meditación puede ser contraproducente?
Al intentar controlar el ego durante la meditación, estamos en realidad fortaleciendo la parte de nosotros que busca controlar y dirigir, lo que nos aleja de la experiencia de rendición que la meditación requiere. El esfuerzo por controlar alimenta la lucha interna y puede impedir que lleguemos a un estado de paz genuina.
¿Cómo afecta el ego a la práctica meditativa?
El ego busca constantemente resultados, reconocimiento y control. En la meditación, esto puede manifestarse como una necesidad de "hacerlo bien" o de alcanzar un estado específico. Esto crea tensión, ya que la meditación efectiva depende de la capacidad de soltar y estar presente, no de buscar logros.
¿Cómo puedo empezar a soltar el control en la meditación diaria?
Para comenzar a soltar el control, es útil adoptar una actitud de curiosidad y aceptación hacia lo que sucede durante la meditación, sin juzgar si lo que estás experimentando es "bueno" o "malo". En lugar de forzar la quietud mental, permite que los pensamientos fluyan y se disuelvan sin resistencia.
¿Cómo puede el fluir sin esfuerzo del taoísmo ayudar en la vida diaria?
El principio taoísta de 'wu wei', o acción sin esfuerzo, sugiere que la resistencia y el control constante generan sufrimiento. Al aprender a fluir con los acontecimientos y dejar de luchar contra ellos, uno puede experimentar una vida más armoniosa y libre de tensiones innecesarias.
¿Qué significa actuar sin esfuerzo en el contexto del Taoísmo?
Actuar sin esfuerzo significa dejar que las acciones fluyan de manera natural, sin forzar ni manipular la situación. En lugar de intentar controlar cada aspecto de nuestras vidas, el taoísmo nos enseña a confiar en el curso natural de los acontecimientos y responder de manera espontánea.
Referencias
