Todos los maestros espirituales a lo largo de la historia de la humanidad coinciden en que el propósito de la vida en la Tierra es lograr la unión con nuestra naturaleza fundamental iluminada. Una vida que no persigue con fervor un conocimiento profundo de sí misma, ha llevado su paso por este mundo como un ciego ante el paisaje más digno de ser contemplado.
Nunca ha sido tan urgente mirar hacia el camino que nos han indicado los sabios desde hace mucho tiempo y que aún está a nuestro alcance. La violencia y los peligros actuales de la psique nos han llevado a vivir en una ilusión creada y alimentada por nosotros mismos, en idolatría hacia el ego y las riquezas materiales que tanto daño han hecho a nuestro precioso mundo.
¿Y bien, qué es la espiritualidad?
En un sentido amplio, significa la condición espiritual. Referido a una persona, es la disposición principalmente moral, psíquica o cultural que posee quien tiende a investigar y desarrollar las características de su espíritu. Según C. G. Jung, con el nombre de espíritu se denomina el principio opuesto a la materia. Lleva implícito el concepto de una sustancia inmaterial o existencia, que en el plano superior y universal se denomina "dios". Esta sustancia inmaterial se concibe también como portadora del fenómeno psíquico e incluso de la vida.
Expresado en términos modernos, el espíritu es lo dinámico, por lo cual constituye lo opuesto clásico a la materia, es decir, a sus cualidades estáticas, inertes y sin vida. En último término, es el contraste entre vida y muerte.
Un camino espiritual no es algo inmediato, sino que, idealmente, ha de cultivarse con mucha determinación, paciencia, y esculpirse a través de un corazón compasivo en el arduo trayecto de conocer el cuerpo, los sentidos, los sentimientos y pensamientos propios que yacen bajo el yo individualizado. Si escuchamos con atención y serenidad nuestro mundo interior, podemos darnos cuenta de lo que nos dice la profundidad de nuestro ser, trascendiendo nuestros propios prejuicios y descubriendo los motivos reales de nuestras acciones para así tomar conciencia de nuestra voluntad.
La espiritualidad en el ser humano
La espiritualidad en el ser humano es un tema profundo y multifacético que trasciende las fronteras de la religión, la cultura y la filosofía. Explorar la espiritualidad implica investigar la búsqueda de significado, propósito y conexión con algo más grande que uno mismo. En su esencia multifacética, puede expresarse de diversas maneras:
- Conexión con uno mismo: La espiritualidad a menudo comienza con la introspección, donde el individuo se conecta con su yo interior, reflexiona sobre sus valores, creencias y propósito en la vida. La meditación, la autoobservación y el mindfulness son prácticas que fomentan esta conexión interna.
- Conexión con los demás: La espiritualidad también se manifiesta en la forma en que nos relacionamos con los demás. Este aspecto se basa en el reconocimiento de la interconexión entre todos los seres humanos y en la compasión y el amor hacia los demás.
- Conexión con la naturaleza: Muchas personas encuentran un sentido de espiritualidad a través de la conexión con la naturaleza. La experiencia de la belleza natural, la sensación de ser parte de un todo mayor, y el respeto por el medio ambiente son elementos espirituales importantes para algunos.
- Conexión con lo trascendental o lo divino: Este aspecto puede involucrar la relación con una deidad, el universo, o una energía superior. Las religiones organizadas ofrecen caminos específicos para esta conexión, pero también puede ser una experiencia individual y personal.
- La búsqueda de significado y propósito: La espiritualidad está profundamente ligada a la búsqueda de significado en la vida. Las preguntas existenciales sobre el porqué de nuestra existencia, el propósito de nuestras acciones y el sentido de nuestras experiencias son fundamentales en este ámbito.
- Prácticas espirituales: La espiritualidad se puede cultivar a través de diversas prácticas, como la meditación, el yoga, la oración, la lectura de textos sagrados o inspiradores, y el servicio desinteresado a los demás.
Aunque pueda ser difícil el trayecto, cultivar un camino espiritual nos lleva un poco más hacia la grandeza natural del ser humano. Cada persona puede experimentar y entender la espiritualidad de manera única, según su cultura, sus experiencias de vida y sus inclinaciones personales. Es un camino personal que puede ser una fuente de gran fortaleza, paz, claridad, y una manera realmente digna de atravesar nuestra estancia en esta vida.
Referencias
